La investigación más reciente ha demostrado como en muchos campos del conocimiento científico, desde las humanidades, hasta la medicina, pasando por las ciencias sociales y la ingeniería, las variables de sexo y género no son todavía suficientemente consideradas.
Perviven estereotipos y sesgos en la investigación y en los desarrollos tecnológicos, que muchas veces construyen como norma universal lo que son las realidades, experiencias y expectativas de un grupo de personas, mayoritariamente varones, y también habría que decir de raza blanca y de un cierto nivel socioeconómico, y consideran como desviaciones de la norma las realidades de otras personas.
En medicina abundan los ejemplos: desde los ensayos clínicos realizados sólo con varones, que no generan suficiente evidencia sobre los efectos de los fármacos en mujeres, hasta el no reconocimiento de los síntomas diferentes de las dolencias cardíacas, y el incremento consecuente de diagnósticos erróneos en mujeres. La ciencia, como cualquier otro campo de la actividad humana, no está libre de los condicionantes culturales y sociales de su tiempo: los estereotipos de género y la menor valoración social de que son objeto las mujeres se trasladan a menudo a una consideración estereotipada y menor de sus realidades específicas, sean de orden social o de orden biológico, en la investigación.
En las últimas décadas los estudios de género han contribuido a desvelar y a conocer ámbitos de la realidad hasta entonces inexplorados, y también a reducir sesgos y errores en conceptos y teorías. En algunos casos, notablemente en ciencias sociales y en humanidades, han contribuido ya a importantes reformulaciones de los fundamentos disciplinares de algunos campos del conocimiento. En otros campos todavía queda mucho por hacer y, para avanzar, es necesario fomentar la fertilización cruzada entre los estudios de género y el resto de campos del conocimiento. El género es un claro ámbito de innovación en la ciencia y en la tecnología.
Con estos objetivos la Comisión Europea incluyó en el Sexto Programa Marco un requisito para el análisis de género, como una variable más equiparable a cualquier otra, cuya relevancia debe ser tenida en cuenta. Importantes instituciones de investigación médica en los Estados Unidos, en los países escandinavos y en otros países como Austria, requieren ya también la consideración sistemática de las variables de género y sexo en los proyectos que financian. Naciones Unidas, en su acuerdo sobre ciencia y tecnología adoptado en marzo de 2011, menciona también la necesidad de incorporar el análisis de género a la investigación científica.
La Ley de la Ciencia y la Tecnología española recientemente aprobada recoge un importante artículo que nos va a permitir avanzar en esta dirección: La Estrategia Española de Ciencia y Tecnología y el Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica promoverán la incorporación de la perspectiva de género como una categoría transversal en la investigación y la tecnología, de manera que su relevancia sea considerada en todos los aspectos del proceso, desde la definición de las prioridades de la investigación científico-técnica, los problemas de investigación, los marcos teóricos y explicativos, los métodos, la recogida e interpretación de datos, las conclusiones, las aplicaciones y desarrollos tecnológicos, y las propuestas para estudios futuros. Promoverá igualmente los estudios de género y de las mujeres, así como medidas concretas para estimular y dar reconocimiento a la presencia de mujeres en los equipos de investigación. (Disposición adicional decimotercera, Ley de la Ciencia y la Tecnología, 2011).
La Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación ha tomado la iniciativa de publicar este manual sobre género en la investigación, edición española del publicado por la Comisión Europea, con el fin de ayudar a los investigadores españoles a realizar esta labor.